En medio de las disputas y debates sobre el sistema de salud en Colombia, los innumerables casos de demoras en la atención médica que día a día sufren los colombianos han suscitado una pregunta fundamental: ¿necesitamos una reforma en la salud o en la justicia? Estos incontables casos, caracterizados principalmente por la dilación y las complicaciones para llevar a cabo decisiones judiciales, ofrecen una perspectiva reveladora sobre la intersección entre ambos sistemas y sus impactos en la vida de los colombianos.
Solo por mencionar uno de los casos que hemos estado monitoreando, desde el pasado 27 de diciembre de 2022 se ordenaron procedimientos quirúrgicos a un paciente afiliado a EPS Sanitas; en vista de las demoras y dilataciones de tiempo por parte de esta entidad, el ciudadano interpuso una accion que tutela que le dió la razon desde el pasado mes de julio, obligando a la entidad a resolver tal situacion en las próximas 48 horas; no obstante, hasta la fecha de la presente publicación, y a pesar del fallo de tutela, las múltiples interacciones con el juzgado y luego de invocar un incidente de desacato, EPS Sanitas apenas inició a tramitar las respectivas citas médicas necesarias (posiblemente a ragañadientes) para el paciente. A pesar de las intervenciones judiciales y las reiteradas solicitudes, el sistema de salud parece incapaz de garantizar la atención médica oportuna que la situación demanda, evidenciando las limitaciones del actual sistema judicial en asegurar la pronta atención de los colombianos en casos de esta naturaleza.
La abundancia de casos similares, donde los ciudadanos se ven obligados a dar un paso al costado debido a las prolongadas demoras y desgastes inhumanos con el sistema judicial, refleja una realidad desalentadora. La dilación en la ejecución de decisiones judiciales no solo afecta la salud de los colombianos, sino que también los obliga a pronunciarse sobre lo previamente dictaminado por el juzgado, evidenciando la incapacidad del sistema judicial para ejecutar de manera eficiente sus propias decisiones. Estos retrasos sistemáticos acarrean costos jurídicos elevados para el ciudadano del común, quienes se ven obligados a recurrir constantemente a profesionales en derecho y asumir gastos considerables para resolver situaciones que deberían ser atendidas de manera expedita por el sistema judicial.
La atención se centra no solo en las deficiencias de una entidad específica, sino en la capacidad del sistema judicial para hacer cumplir sus propias decisiones. La pregunta que surge es si la reforma necesaria debería dirigirse hacia la salud o la justicia. ¿Es la falta de regulación en el sector de la salud la raíz del problema, o es la ineficiencia y demora en la aplicación de la ley?
El caso en cuestión destaca la necesidad de una evaluación crítica y exhaustiva de ambos sistemas. ¿Cómo es posible que, a pesar de los fallos judiciales y la intervención del aparato judicial, una entidad de salud pueda dilatar procedimientos medicos cruciales?
La reforma a la salud podría abordar la regulación y supervisión de las entidades prestadoras de servicios, asegurando que actúen en beneficio de la salud de los ciudadanos y no en detrimento de sus derechos fundamentales. Sin embargo, ¿qué tan efectiva puede ser esta reforma si la justicia no puede garantizar su aplicación?
Por otro lado, una reforma en la justicia podría enfocarse en agilizar los procesos, imponer sanciones efectivas por incumplimientos y garantizar que las decisiones judiciales se ejecuten de manera oportuna. ¿De qué sirve un fallo judicial si su aplicación se ve obstaculizada por demoras y dilaciones?
En última instancia, este caso plantea la necesidad de repensar no solo la salud, sino también la administración de justicia en Colombia. La interconexión entre ambos sistemas exige una revisión integral para asegurar que los ciudadanos reciban la atención médica oportuna y que las decisiones judiciales se traduzcan en acciones concretas. La respuesta podría estar en una reforma que abarque ambos ámbitos, garantizando así un sistema más eficiente, transparente y, sobre todo, humano.