Muchas personas se sintieron ofendidas e indignadas la semana pasada, cuando la Cámara de Representantes colombiana sesionó y aprobó (con algunos votos en contra) un proyecto de ley para convertir el carriel antioqueño, en Patrimonio de la Nación. Ahora, esta iniciativa que reafirma los valores culturales de nuestro país, pasará a debate al Senado de la República.
Es una reivindicación de nuestras tradiciones y cultura, fortalece la marca país, que desde hace tantos años buscamos posicionar en el mundo, pone en el radar de muchas personas nacional e internacionalmente el nombre de un municipio y una región completa, lo cual atraerá turismo y ayudará a mejorar la economía de la zona y sus residentes.
El hecho es que para muchas personas, éste no es el momento para debatir este tipo de proyectos, cuando atravesamos uno de los momentos más duros en la historia de nuestro país, cuando hay millones de colombianos que tienen graves dificultades para comer una o dos veces al dia, millones de personas tienen en peligro sus puestos de trabajo, cuando se han destapado graves escándalos de corrupción en las instituciones públicas más importantes del país, lo cual no es nuevo, pero ahora tienen más visibilidad porque los ciudadanos están más y mejor empoderados, tienen otras herramientas no tradicionales para informarse porque ya no creen a los canales tradicionales. Este realmente, es el momento de debatir proyectos urgentes para salvar la vida de miles de colombianos en las regiones más recónditas del país, que no tienen acceso al sistema de salud de las grandes ciudades, de vigilar que no se desvíen los recursos enviados por el gobierno y que en el camino se van perdiendo o disminuyendo en el mejor de los casos.
Este es el momento en el que deberíamos estar más unidos y con más empatía (aunque suene a cliché), para dejar de lado nuestra inclinación política y ayudar a supervisar que las ayudas se estén entregando a quien corresponde y lo necesita, es tiempo de apoyar lo colombiano. Hoy, hay miles de independientes, personas que tienen Pymes y Mipymes, con uno, dos o cinco empleados, que la están pasando mal, que llevan más de un mes sin poder generar ingresos, que han tratado de reinventarse pero por el poco acceso a tecnología y educación, o por la falta de oportunidades de emprendimiento en momentos de crisis, van a tener que cerrar, tomar préstamos con los mismos bancos, y al final si no superan la catástrofe económica, tendrán que entregar lo poco que tienen para saldar la deuda.
Es el momento de pensar en lo local, en las pequeñas empresas, en los pequeños restaurantes, peluquerías, tiendas, zapaterías, talleres de electricidad, artes y oficios que antes existían por montones, pero que hoy por los grandes marcas comerciales, han tenido que cerrar y verse relegadas a desaparecer y sucumbir ante los grandes capitales. Es el momento de pensar en los demás, no para regalar nada, sino para apoyar ese trabajo artesanal y poco industrializado porque aún no tenemos estructura como país, para competir ni siquiera con países de nuestro mismo continente en tecnología y plataformas de servicio. Como dicen muchos «es momento de reinventarnos», pero ¿Por qué no nos reinventamos también como consumidores?.
Es posible que nos llevemos gratas sorpresas cuando volvamos a comprar muebles fabricados en Colombia y no traídos desde Indonesia o Taiwán, o cuando compremos zapatos de cuero fabricados en Santander y no en China o cuando en vez de comprar un ventilador nuevo en una tienda de Retail lo enviemos a arreglar a un taller de barrio y alarguemos su vida útil un par de años más, ahorrando dinero, y a su vez, ayudando a que una empresa unipersonal, sobreviva un día más. Estoy seguro que usted tendrá una sensación de paz, tranquilidad y orgullo, cuando sepa que esos $20.000 o $50.000 que dejó en un negocio local, contribuyeron a que no cierren tantas empresas por la situación actual.
Como colombianos estamos llamados a “no estar atenidos a que el gobierno haga todo por nosotros”, es verdad, pero no en el sentido peyorativo que manifestaron hace un par de días, sino en tomar acciones concretas para que desde nuestras posibilidades hagamos patria, ayudando sin regalar nada a nadie, pero focalizando nuestras posibilidades económicas en comprar productos y servicios colombianos, que sabemos bien lo necesitan, incluso los fabricantes de los carrieles en Jericó, Antioquia.
Queremos que termine ésta situación, que se convirtió para muchos en una pesadilla que está durando más de lo normal. Ojalá cada uno haya aprendido una lección para el futuro, debemos tener claro que necesitamos de los demás, de la cooperación, de la sociedad para sobrevivir y que por más fuertes que seamos, solos no somos nada.